Historia de la guerra civil ( Crescencio) En medio de esta noche de septiembre, tan tibia y generosa en olores que parece mayo, Catalina se distrae pensando en todas las veces que le ha tocado hacer este mismo camino: los juegos de niña entre las tumbas, el primer encuentro furtivo con Tomás, las visitas a los padres por Todos los Santos.. Ahora parece como si las esquinas que dobla, al pasar, se le enredasen en el cuerpo, algas propicias tratando de tirar de ella y sacarla a flote: Despierta, Catalina, sólo fue un mal sueño. Pero el llanto de Martín, que distingue elevarse desde las casas, le devuelve a la pesadilla, doliéndole tanto como el sonajero que lleva escondido en el bolsillo del mandil. Por lo menos se le ha cortado la leche, manando día y noche desde que el coño crio vino al mundo. A Catalina la tranquiliza que no se mezcle con la sangre, y este pequeño detalle le quita un poco del miedo que se le ha puesto en las tripas desde que la sacaron de la zanja a culat...