El 47 (y muchos otros como el 27 de Uretamendi - Betolaza): Un “héroe” solitario nunca es suficiente
La película El
47 ha dado visibilidad a la acción de Manolo Vital, vecino del barrio
barcelonés de Torre Baró y conductor de la línea 47 de autobús. En la década de
1970, tomó una decisión que marcaría un antes y un después: desviar el
recorrido del autobús para demostrar que sí era posible llegar a su barrio, a
pesar de que el Ayuntamiento lo consideraba inaccesible.
Torre Baró,
habitado en su mayoría por charnegos (catalanes de adopción tratados
como ciudadanos de segunda), llevaba años de lucha vecinal exigiendo derechos
básicos como la canalización del agua o el alumbrado público. Ante la
indiferencia institucional, Manolo, quien participaba activamente en la asociación
vecinal y en estas movilizaciones, decidió pasar a la acción.
¿Secuestro o reivindicación?
Algunos
intentaron criminalizar la protesta llamándola "secuestro". Sin
embargo, según la RAE, secuestrar es "tomar por las armas el mando de un
vehículo", algo que no ocurrió en este caso. Fue una acción pacífica con
un objetivo claro: exigir justicia.
Muchos otros casos similares
El verdadero cambio es colectivo
Hoy,
seguimos necesitando mejores infraestructuras, transporte público eficiente y
horarios dignos. Y como ayer, será la movilización ciudadana la que haga la
diferencia. Sin el apoyo vecinal, Manolo Vital no habría conseguido la línea
47. Su hazaña no habría sido más que un gesto sin consecuencias y,
probablemente, habría terminado en una condena y un despido.
Por eso,
ayer y hoy:
Los derechos no se otorgan, se conquistan.