Tonterías del primer mundo

OPINION
Siempre me ha gustado viajar a países subdesarrollados. La vida es más sencilla. No hay tanta tontería.
Tonterías del primer mundo. Me refiero a comodidades, exquisiteces y escrupulosidades como estas:
"-Hay un pelo en la sábana. Yo no duermo ahí ni de coña." 
"-Hay moscas encima de esa manzana. Ya no la quiero." 
"-Lo sucio que está ese baño. Me las apañaré para mear en otro sitio." 
No puedo con esas tonterías. Sobre todo después de ver cómo funciona la vida fuera de nuestros privilegiados países. Después de ver cómo cientos de persona duermen en las sucias calles de la India; después de ver cómo en Indonesia, en vez de platos, es habitual comer sobre grandes hojas de la selva; después de ver cómo en Tanzania la mitad de los niños van descalzos; después de ver cómo en un pueblito de Perú sólo se duchan cuando llueve.
Quizá esa gente no tenga la opción de elegir. Pero me valen para saber que no te vas a morir por dormir en la cama dónde antes ha dormido otro o por comer de un tenedor que se ha caído al suelo.
En estos países nunca he visto a un local despreciando la manta del tren porque quizás haya sido utilizada antes, despreciar comida por que el vendedor te la ha servido con las manos, ni tener ningún inconveniente en descalzarse para entrar en el fangoso templo. Ni uno solo.
Sus prioridades son otras y no pierden el tiempo en semejantes naderías. Me gustan. E incluso yo, que tengo la opción de elegir, no dudo si tengo que echarme a dormir en mitad del aeropuerto si tengo sueño, tengo que comer las sobras de otro si tengo hambre o tengo que pasar tres días sin ducharme porque estoy viajando en bicicleta. Y sí, me gusta poder ser así.
UNAI MATÍN MENDIGUREN