"Esa maravilla llamada ROMA"

Hace ya bastantes años escuché por primera vez aquello de que la historia del arte no es sino un diá logo constante entre los artistas. Suscribo esta te sis a propósito del último film estrenado de Alfonso Cuarón, esa maravilla llamada " Roma", el segundo milagro de la temporada después de "Cold War". El décimo film del director mexicano cuenta la historia cargándola de vida, y nos transmite esa verdad con la suficiencia en el manejo de las herramientas de la puesta en escena que es privativa de los grandes maestros-desde el guión, el montaje, la fotografía, el trabajo de los actores y la ambientación hasta la composición del encuadre o la utilización del plano secuencia.
Son numerosos los momentos en que Cuarón dialoga de tú a tú con los grandes: Rossellini, De Sica, Scorsese, Coppola o el primer Kubrick, y uno se asombra descubriendo la sombra del Fellini de "La Dolce Vita" o el Welles de "Sed de mal" en esos monumentales planos-secuencia del D.F que van mas allá del homenaje, que reafirman la condición del cine como un arte mayor vivo.
También maneja Cuarón con presteza elementos de segundo orden que han marcado la historia del cine desde sus origenes: Los "leit-motivs" y "ritornellos", que encierran siempre un significado:el coche que no encaja en el parking, los militares desfilando al son de una música invariablemente desafinada, los perros y sus excrementos, las pistolas, imaginarias en manos de los niños, aparentemente inocentes o fatalmente reales en las de los adultos….
Esta crónica de dos mujeres que luchan solas y terminan encontrándose más allá de las insalvables barreras so ciales en el marco del México de los 70 y sus miserias le sirven al director de "Y tu mamá también" para desplegar un discurso sutil y al propio tiempo férreo sobre el coraje, la generosidad, el amor, la voluntad, la intolerancia, las clases, sobre las mujeres, su ilimitada capacidad de entender y su fortaleza, que adquiere frecuentemente la forma de la ternura.
Ophuls o Mankiewicz habrían firmado sin complejos esos cruces de miradas entre las dos protagonistas en media docena de escenas que hacen arder de vida la pantalla.
"Roma" es un film que se proyecta una y otra vez en nuestra imaginación hasta mucho después de haber terminado su metraje.
Y volveremos sobre el último plano de la película, donde la cámara, y tras ella el propio Cuarón, se coloca en contrapicado, se arrodilla literal y metafóricamente ante el personaje de Cleo que asciende a las alturas, de forma desnuda, prescindiendo incluso de la música, porque no se puede ni se debe subrayar lo sagrado.