Aznar y esa cosa llamada España


Llevo años pensando que a Aznar, como a González, simplemente habría que ignorarle. Bastante daño hicieron en vida como para seguir dándoles pábulo ahora que están políticamente muertos.
Como dice mi hija, " Si no le miras, se va". Me salto con carácter excepcional tan pío propósito para, yendo de lo particular a lo universal, llegar hasta esa cosa llamada "España".
José María Aznar no es mas que un niño acomplejado con reacciones propias de un niño acomplejado que se expresa normalmente en términos de soberbia.

OPINIÓN
Podríamos poner cientos de ejemplos pero me gusta especialmente éste:
Con ocasión de la implantación de una serie de medidas para reducir la siniestralidad en carretera por parte de la DGT en la época de Zapatero, Aznar se despachó en estos términos:
"¿Quién te ha dicho a ti las copas de vino que me tengo o no me tengo que beber? A mí no me gusta que me digan, no puede ir usted a esta velocidad".
En efecto, el acomplejado siempre actúa a la defensiva, y no hay mejor defensa que un buen ataque.
En éstas anda España, "aznarmente aznarizada" y somatizando su complejo a través de la práctica de un patriotismo asfixiante, envidioso y en último extremo violento. Detrás del "Yo soy español, español, español" o, aún en mayor medida, en el corazón de ese " A por ellos" que vale tanto para jalear a "La Roja" como para despedir a los policías destinados a "cubrir" el 1 O, late soberbia, invitación a la barbarie y una impúdica ostentación de incultura.
Ajenos a la realidad que les rodea, al olor a rancio que despide su propio país, los españolitos y españolitas olvidan los abusos de las eléctricas, de los alquileres, de la Banca, olvidan la temporalidad y la explotación laboral, los desahucios, la corrupción, olvidan la mentira instalada en los medios de comunicación, olvidan la posición puntera en materia de desigualdad para sumarse a la deslumbrante epifanía de la España más carpetovetónica que se recuerda desde la Transición.

CRESCENCIO